14/02/2014

Ante una amenaza inmediata, presente, sentimos miedo. Cuando la amenaza se ubica en el futuro, sentimos ansiedad y preocupación. Las amenazas pueden venir de los demás o de cosas que nos rodean o de adentro nuestro, como cuando nos sentimos incapaces para manejar algo que es importante para nosotros. Miedo, ansiedad y preocupación forman parte de los sentimientos humanos normales. No son ni buenos ni malos: sirven para cosas importantes pero también pueden meternos en complicaciones.

Miedo, ansiedad y preocupación pueden sernos útiles cuando es cierto que existe una amenaza. El miedo nos ayuda a defendernos del peligro o a huir de él a través de una acción inmediata. La ansiedad y la preocupación nos ayudan a prepararnos para protegernos de cosas que sucederán en el futuro. Pero el problema consiste en que no siempre somos exactos al detectar una amenaza. El miedo, la ansiedad, la preocupación, pueden surgir por error. ¿No le pasó alguna vez que se asustó y pegó un salto cuando alguien apareció detrás de usted inesperadamente? Usted reaccionó casi sin pensarlo. Fue automático. La respuesta automática producida por el miedo se hizo presente, aunque la persona detrás de usted era un amigo que no representaba, en realidad, ningún peligro.

La ansiedad y la preocupación trabajan de la misma manera: usted puede sentirlas automáticamente cuando piensa en un peligro futuro. Cuando se descubre rápidamente que la amenaza no es real, no hay problema. Pero a veces no nos damos cuenta. Esto le pasa más frecuentemente a las personas que creen que la incertidumbre -no saber lo que va a pasar- es peligrosa, injusta ydebe evitarse a toda costa. La incertidumbre, en realidad, es un aspecto inevitable de la vida y nadie puede escapar de ella con éxito. Cuando existe así sea una mínima posibilidad de que algo salga mal, quienes no toleran la incertidumbre se preocupan demasiado, pensando y repensando en cada “¿Y si…?” que pudiera ocurrir. Por ejemplo, un joven que planeaba casarse se torturaba pensando “¿Y si después me doy cuenta de que no la quiero?”, “¿Y si nos llevamos mal y terminamos divorciados”, etc., etc.

Las personas intolerantes de la inevitable incertidumbre de la vida suelen creer que preocuparse es hacer algo constructivo con respecto a la amenaza y cuando la amenaza finalmente no se concreta, fácilmente creen que la preocupación ayudó a evitar el peligro. Todo esto puede suceder aunque no exista una amenaza real. Cuando creemos que la preocupación nos protege, nos preocupamos más ymás. Y cuando esto sucede, la preocupación se interpone en nuestro camino y perturba nuestras vidas.

Cuando esta clase de preocupación que no ayuda se vuelve un problema continuo, la persona tiene lo que se llama “Trastorno de Ansiedad Generalizada” (TAG). En el TAG se experimenta preocupación y ansiedad con demasiada frecuencia, intensidad y duración.

Hay tratamientos efectivos para el TAG. El objetivo del tratamiento no es eliminar completamente la ansiedad y la preocupación, sino reducir la preocupación que no sirve y perturba. El tratamiento lo ayudará a comprender y a reconocer cómo funciona en usted esta clase de preocupación y le enseñará a disminuir o a parar el circuito.

Para comprender el circuito de la preocupación

La preocupación es como pisar simultáneamente el acelerador y el freno del auto. En otras palabras, la preocupación acelera y disminuye la ansiedad al mismo tiempo. Intensifica la ansiedad porque hace percibir todo tipo de amenazas potenciales y reduce la ansiedad porque centra la atención en controlar o evitar la amenaza. Si usted debe enfrentar varios peligros potenciales realistas, esta combinación es ideal. Pero si los peligros no son realistas, la preocupación hace desperdiciar enormes cantidades de energía y lo somete a presiones innecesarias.

Para ayudarlo a entender y reconocer cómo funciona en usted la preocupación, hemos separado el circuito en cuatro partes:

  • un desencadenante, que es cualquier cosa que pone en marcha la preocupación

  • lo que tiene en su mente (pensamientos e imágenes)

  • lo que experimenta en su cuerpo (sensaciones físicas)

  • lo que hace (conducta)

Estas partes se relacionan entre sí y cada una puede poner en movimiento a otra. Usted puede aprender a reconocer cómo funciona cada parte del circuito en usted y así poder interrumpirlo.

Desencadenantes

Es cualquier cosa que pone en marcha la preocupación. Por ejemplo, usted ve un reloj (desencadenante) e inmediatamente se siente amenazado por pensamientos de no terminar a tiempo el trabajo que debe entregar; o usted escucha un sonido fuerte que lo sobresalta y piensa en su auto golpeado por un conductor que se dio a la fuga. Situaciones, objetos, personas, todo puede servir como desencadenante, incluso sensaciones físicas internas como un dolor o una incomodidad. Por ejemplo, usted está pensando en su hija que está en el cine con una amiga (desencadenante) y de repente comienza a preocuparse de que algo malo le pueda pasar. Usted puede darse cuenta de qué es lo que pone en marcha su preocupación, si cada vez que se está preocupando trata de recordar: “¿Cuál fue el desencadenante?”

Lo que hay en su mente

Cuando se desencadena la ansiedad, en su mente hay pensamientos y/o imágenes de peligro relacionados a aspectos muy importantes de su vida. Usted puede estar pensando si es débil o no, si puede o no afrontar el peligro. Usted puede ponerse a planear una forma de evitar ese peligro. Su mente puede saltar de un pensamiento amenazante a otro como si estuviera corriendo dentro de un bosque de ideas peligrosas. Usted puede creer que está superado por la amenaza, que es impotente, que tiene dificultades para concentrarse o para pensar (mente en blanco) o que va a perder el control de usted mismo.

Lo que experimenta en su cuerpo

Cuando la preocupación se desencadena, su cuerpo se prepara físicamente para actuar. Puede sentir tensión muscular, inquietud, temblor, sacudidas, respiración superficial, palpitaciones o taquicardia, boca seca, dificultad para tragar, manos frías o pegajosas, sudoración, golpes de calor o escalofríos o deseos de orinar frecuentemente. Si este estado físico dura bastante tiempo puede experimentar dolores, náuseas, diarreas o constipación. Usted puede tener cualquiera de estas sensaciones corporales o una combinación de ellas.

Lo que usted hace

Las sensaciones corporales lo están preparando para actuar, ya sea para huir, pelear o paralizarse ante el peligro.

Las conductas de huída pueden incluir evitación, postergación, evasión y búsqueda de reaseguros (pedidos de apoyo, consejo y/o ayuda).

Las conductas de lucha incluyen controlar las cosas muchas veces, tomar medidas de precaución excesivas.

Las conductas de paralización se refieren a la inhibición de cualquier conducta, como tartamudear al hablar, no moverse, etc.

Cuando usted está preocupado, puede o tener problemas para continuar dedicado a sus tareas o esmerarse en exceso al hacerlas o ni siquiera empezarlas. También puede pedirles a otros, con excesiva frecuencia, que lo ayuden o le digan su opinión.

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